Esta película ya la dieron. Alguien levanta el dedo, la voz,
el pelo, las tetas. El micro viene bastante lleno. Los que se bajan, los que se
suben, los que empujan, los que se hacen los dormidos. Los dormidos, los
perdidos. El micro frena de golpe, Alguien baja rápido corriendo. Alguien ordena
papeles, tontea . Vos saltás, te atás. Estás ahí, del otro lado de la pantalla.
La de reir y llorar.
Los gritos son los de siempre. Las consignas son como unos
carteles a los que llaman pasacalles. Las conciencias son como almas que firman
un petitorio. Las escaleras son esos ladrillos que ves ahí. Todos esos pisos
que se fueron construyendo. De a uno, porque los cimientos no son solamente materiales.
Hay un mundo allí fuera que les da vida y forma. Años de gente. Mucha gente.
Estampitas en la computadora y cosas posta. La de abrir ventanas posibles.
Tener tanto culo como para que pase algo bueno. Sacar las
cuentas (entre los ejemplos de pescado podrido y la bosta del toro campeón) parece
gracioso en cualquier continente. Son formas de discutir. Modales académicos,
tecnicismos. Mandar a la gringada a la concha de su madre. Una sutileza
económica. La lupa en los impuestos y los opios de los subestimados pero
enormes pueblos. Los que caminan, aunque no puedas verlo.
Parece temprano de vuelta. Las palabras falsas están indiferentes.
Esta es una película de 24 fotos repetidas por segundo. Las caras de culo que se
avecinan una vez más. Los días lindos que llegarán. Mañana, alguna vez.