viernes, 13 de mayo de 2011

PIROTECNIA, ROCK, FUTBOL, MUERTE, HIPOCRESÍA E INGENUIDAD

Tiendo a creer que, tiempo después de la trágica noche del 30 de diciembre de 2004, era difícil imaginar que volveríamos a lamentar otra muerte en un recital de rock, producto del uso de bengalas. Puede resultar ingenuo, pero tiendo a creerlo. El diario del lunes modifica las miradas.

Es necesario destacar que nada de lo que digamos, pensemos, hagamos y cambiemos de aquí en más servirá para atenuar el dolor de familiares y seres queridos de Miguel Ramírez y de los pibes que dejaron sus vidas en Cromañón.

Sin embargo, es evidente que no hemos aprendido, durante este tiempo, todo lo necesario. Y por eso es fundamental seguir debatiendo y reflexionando al respecto. En esa línea, parecen pertinentes las decisiones de La Renga y del Indio Solari de suspender los shows que tenían previstos próximamente. Así y todo, tratar de desenmarañar los factores que aquí nos convocan no es para nada sencillo. Desde ya, este humilde texto carece de montones de miradas posibles y contempla otras tan inconclusas como discutibles, al tiempo que lejos está de intentar cerrar la discusión, sino todo lo contrario.

En primer lugar, resulta prioritario que podamos asumir, individual y colectivamente, las distintas responsabilidades que todo esto amerita, tratando de abandonar la hipocresía que conlleva la manifestación de un discurso "políticamente correcto", que poco puede aportar a una problemática tan compleja.

Antes de Cromañón, el "juego" de las bengalas no estaba en el tapete. Debemos reconocer que, mayoritariamente, no lo considerábamos dentro de los riesgos relacionados a concurrir a un recital. Y asumir que, mayoritariamente también, estaba (podemos decir) "bien visto". Era parte de la "fiesta", del "folclore", y de una legitimidad tácita entre el público y los artistas. A lo sumo, alguien podía llegar a decir: "Ojo, con cuidado".

La experiencia tan tristemente cruel de 194 chicos muertos nos movió las fichas de lugar. Entonces sí pudo verse como una locura peligrosísima prender una bengala en un lugar techado. Que, en el caso de Cromañón, tenía media sombra altamente combustible, estaba altamente sobrepasado en su capacidad, y la salida de emergencia estaba altamente cerrada. Entonces hubo que revisar una cantidad de factores que se conjugaron y que produjeron un saldo tan horriblemente triste. Pero que, los que conocemos más o menos el ambiente, sabemos que era moneda corriente. Éramos tan peligrosos como no nos habíamos imaginado. Nos lastimamos entre nosotros.

Así se dio lugar a ciertas moralinas (algunas más sensatas que otras) que sólo surgieron a raíz de la tragedia pero que, hasta el momento, eran prácticamente desconocidas. Los artistas independientes o semindependientes que organizan y financian sus presentaciones tuvieron que empezar a pensar de qué manera "cuidar el culito" e intentar evitar que las cosas se les fueran de las manos. Muchos otros no se hicieron cargo, aunque es válido plantear que a la mayoría pudo haberles pasado algo parecido en alguna oportunidad. Allí también afloraron prejuicios y planteos hipócritas. Evidentemente, no alcanzó.

El público, por su parte, debió modificar algunos de sus hábitos. Pero, en algunos conciertos al aire libre, se volvió a hinchar las pelotas con elementos pirotécnicos. La respuesta fueron silbidos, abucheos, puteadas, discusiones, canciones interrumpidas. Tampoco alcanzó. Otra vez nos lastimamos entre nosotros. Seis años y medio más tarde, ya al aire libre, y con una experiencia previa indisimulable.

Entonces, surgen ahora un par de cuestiones que ya no tienen que ver con medias sombras, lugares sobreatestados de gente ni puertas cerradas con candado. Entonces, la culpa es del rock "barrial", "marginal", los "violentos", básicamente los pobres, y así. Se incorporan a la salsa de la muerte factores como el pogo y las banderas y se habla de "futbolización" del rock.

Ahora bien: Por un lado, da la sensación de que el pogo y las banderas poco y nada tienen que ver con las tragedias que mencionamos, más que por el intento de estigmatizar algunas formas de expresión de la cultura popular. Por el otro, parece una generalización demasiado arbitraria emparentar, de manera tan superficial, al público del rock con el del fútbol.

Y, en relación a esto último, se pasan por alto diferencias determinantes en uno y otro caso, en relación al tema que nos convoca. Y es que mientras el público rockero supone una horizontalidad en el cuerpo que lo compone, el público futbolero posee una composición más compleja. No quiero extenderme demasiado en lo que respecta a la denominada "cultura del aguante" ni a la construcción del "otro" en cada uno de los casos, aunque es probable que sea oportuno. Pero me interesa dejar en claro una diferencia que resulta, a priori, clave.

Sucede que entre los seguidores de una banda o un artista no existen escalafones ni sectores marcados de predominio. Todos somos más o menos iguales, y concurrimos a los recitales por algún fenómeno de atracción, gusto o identificación más o menos genuino. Entramos y salimos del pogo más o menos cuando queremos. Y podemos decirle al boludo de al lado que se guarde el mortero en el culo, que lo apague o, en lo posible que no lo lleve o que no lo encienda.

En la composición del público de fútbol, la cosa es más compleja. Hay un sector habitual de concurrentes que responde a una serie de intereses, de diverso calibre social y económico, que no se corresponde con el resto del público (que, a la vez, contiene diferencias entre si, pero ese es otro tema). Hay allí una necesidad fáctica de demostrar el poder que se tiene. Y ese poder se traduce en negocios, entre otros bienes. Entonces 100, 200 o más tipos, que además se manejan de forma organizada (con connivencia dirigencial, política, policial, etcétera) y cierta legitimidad del resto del público, pueden "animarse" a prender 700 bengalas por segundo, en una tribuna, sin que nadie les diga nada. El tema también da para rato.

Por su parte, los medios de comunicación los presentan como "la hinchada", los que "ponen la fiesta", etcétera. Pero ante alguna muerte o tragedia, automáticamente los colocan bajo el rótulo de "inadaptados de siempre", "bárbaros", "bestias", "salvajes" y otros etcéteras. La hipocresía reina en los medios hegemónicos, ya no es novedad. Lo cierto es que no puede tomarse a ambos públicos como si fueran la misma cosa. No de manera tan general e imprudente. Está claro que existen elementos comunes entre ambos, pero también hay abismos que los separan.

Por último, está el otro factor que, según entiendo, todavía no se ha profundizado en su real dimensión. Y es, básicamente, el que tiene que ver con la venta y el uso de pirotecnia en cualesquiera que sean las circunstancias. ¿No es acaso el elemento común determinante en las tragedias que hoy estamos lamentando? Aún no hemos logrado desnaturalizar las muertes, quemaduras graves y pérdidas de órganos vitales que acontecen cada vez que se aproximan las navidades y los fines de año. Me pregunto cuál es el ámbito propicio para encender una bengala, una cañita voladora, un tres tiros o lo que sea. Y agrego unas cuantas preguntas ingenuas ¿Sólo nos indignamos si la tragedia de la pirotecnia golpea las puertas del rock o del fútbol? ¿Las tragedias y "accidentes" pirotécnicos de cada diciembre y enero son más "normales" o menos importantes? ¿Son parte del "folclore" de "las fiestas"? ¿No se vende indiscriminadamente a chicos de 8, 10, 12 años? ¿Es la prohibición total de su venta un camino posible? ¿Está en la cultura del rock el peligro principal? ¿Qué dicen las estadísticas? ¿Cuáles son las estrategias de concientización? ¿Están dando resultado? ¿Es posible un uso "adecuado" de pirotecnia que no conlleve una peligrosidad altamente indeseable? ¿Puede ser tan ingenua la experiencia del aprendizaje?

13 comentarios:

  1. En estos días he leído todo tipo de análisis sobre el tema, en blogs y en notas de medios de "grandes periodistas" (si es que existiera el calificativo), pero este es sin duda el más profundo y el más comprensible de todos. Con respecto a tu último planteo, relacionado con la pirotecnia en diciembre, me animo a decir que tiene que ver con la clase social que más la conusme, también. En esas fechas vemos a los paderes e hij@s burgueses dejando un dineral en lucecitas y humo, y eso está muy bien, el nene quiere divertirse, el papi pone la guita. EL público del rock se asocia directamente con las clases medias, la gente bien va a ver a Ricardo Montaner (por nombrar a cualquiera). Y seguramente en estos seís años han habido más de 194 muertos en las fiestas, pero como esas cifras no sirven para señalar a nadie con el dedo es mejor no hacer comparaciones. Lo de La Renga y el Indio me pareció un gesto muy sensato, y los felicito. Sin embargo, me jodió que anoche toque Callejeros acá y no se haya tomado la molestia de hacer ni una mención, qué se yo, no hubiese estado mal siendo que pasaron por lo mismo y potenciado.
    En fin, espectacular análisis. Agregaría algo más, que tiene que ver con los que no controlan que se ingrese pirotecnia (siendo que, lamentablemente, es de venta libre y legal) o que lo hacen de manera deficiente y concediendo "privilegios".

    Un beso grande!

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  2. Excelente post. Brillante la diferenciación de los públicos...
    Sería ideal que por medio de la educación se lograra el "no consumo" de estos elementos pero por los factores en juego no lo creo posible.
    Considero que el tema pasaría por prohibir las ventas de elementos mortales. Pero... ¿quién se mete con esa industria?
    Lamentablemente, supera mi imaginación la búsqueda de soluciones... pero es un tema que debe estar "a la vista" los 365 días del año.Un abrazo

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  3. Brillante entrada. Muy buen análisis, Tango. En lo personal, nunca entendí eso del "folclore" de lanzar bengalas, aún antes de Cromagnon. Y menos que la gente gaste fortunas en las fiestas para quemarse un dedo, o perder un ojo en el menor de los casos. Y afecta a todas las clases sociales, es muy mediocre lo que hacen algunos de endilgarles a la "clase baja" este tipo de situaciones.

    Abrazo

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  4. Muy buen análisis y muy bueno el comentario de Sol.

    Un abrazo, Tango.

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  5. Comparto en gran parte tu posteo, y te felicito por él.
    No comparto el segmento de prohibir la venta de los elementos, como no compartí lo que dijo el Indio Solari.
    Digo, las armas de fuego, se venden. Y no propongo que las dejen de vender. Pero si se me para un tipo al lado con un arma de fuego sin intención de dispararme, le pido que la guarde.
    Es más, hasta a policías con "pajeras" les he dicho "apuntá para otro lado, flaco", cuando están distraídos y texteando mientras recargan un cajero...
    Con el tema de las bengalas, es lo mismo. Si se hiciera conciencia que si ves a un tipo con bengala le tenés que decir, que se la meta en el o... , el tema se acabaría.

    Además, como todos sabemos, prohibir la venta de algo no es ni más ni menos que fomentar la fabricación clandestina de ese "algo", con todas las implicancias y connotaciones. Habrá igual bengalas, hechas de peor forma, más inseguras, y las tendrán los que estén en un circuito de compra/venta mafiosi. O sea.

    Saludos.

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  6. Hola Tango, gracias por el comentario dejado en el
    blog de Unfor respecto a mi "desaparición" bloguera, simplemente fueron motivos de fuerza mayor que de a poco se iran solucionando.
    Con respecto a tu post muy bién elaborado, mi
    parecer es que no son "marginales", ni "violentos" ni que el rock se "futbolizó", son
    simplemente unos cuantos pelotudos que todavía no entienden que para pasarla bien no hace falta
    pirotécnia ni bengalas, en un partido de fútbol
    o en un recital de rock, esperemos que con las
    medidas que se estan tomando de suspender los
    estadios o parar la música empiecen a dar
    resultados favorables y a crear asesamiento en
    los más arriba mencionados.

    Un fuerte abrazo

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  7. Muy bueno, Tango!!
    Yo creo en la prohibición, el control no ha servido.
    Abrazo

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  8. Sol: Muchas gracias. Evidentemente los prejuicios de clase son una constante en el discurso de algunos medios y comunicadores. Los controles también fallan, aunque no creo que se solucionen con operativos policiales intensos (Ejemplo: Viejas Locas en Vélez), como algunos proponen. Un beso.

    Hilda: Comparto absolutamente la dificultad que implica la búsqueda de soluciones. En cuanto a la prohibición de la venta, no logro convencerme de que de buen resultado aunque, evidentemente, la peligrosidad de la pirotecnia es mortal. Una concientización más fuerte de algunos referentes culturales no estaría mal, pero quizás tampoco alcance. Muchas gracias. Un abrazo.

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  9. Horacio: Te agradezco mucho. Y si. La estigmatización es lo que les queda más a mano. Hay que seguir intentando desnaturalizar ese discurso. En cuanto a las bengalas como “folclore” del rock, creo que tenemos que aprender de una vez por todas. No podemos seguir siendo tan boludos. Abrazo grande.

    Unfor: Muchas gracias, maestro. Un abrazo grande.

    Almita: Es probable que la prohibición genere lo que comentás. No me convenzo de que sea una buena salida. Igual las considero armas mortales. Concientización, regulación o lo que sea. Como a tantas otras temáticas pendientes, sería bueno darle tratamiento. Muchas gracias. Saludos.

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  10. Roberto: Volviste capo, se te extrañaba. Espero sinceramente que todo se te solucione pronto. Totalmente de acuerdo, supongo que esas medidas pueden ayudar. Y si, a esta altura no se puede seguir siendo tan boludos. Bienvenido nuevamente. Un fuerte abrazo.

    Algún: Como ya comenté, tengo mis dudas en ese sentido. Pero es una postura válida y respetable. Estamos hablando de muertes y quemaduras gravísimas, no es joda. Abrazo.

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  11. Llego tarde, Tango, pero me sumo a las felicitaciones. El post es excelente.

    Creo, como vos, que se trata de estigmatizar. Además el tema se monta en prejuicios preexistentes: el rock, malo, malísimo, las drogas, el alcohol, el descontrol y, en definitiva, el sexo. Dios nos salve de todas esas tentaciones demoníacas. Y, claro, el público de rock, esa negrada. Grasas, que escuchan música para tarados. Abel Posse es un fiel representante de todos esos prejuicios.

    Yo tenía una banda de rocanrol allá por los años de Cromañon y fue impresionante cómo cerraron lugares y lo difícil que fue que la movida rockera ganara volúmen nuevamente. Casi que si te colgabas una guitarra encima eras en parte culpable.

    Un abrazo.

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  12. Lo malo de todo esto es que los medios siempre cambian el eje de discusion. Cuando es "la locura" de la juventud que se junta en un plaza dia del amigo ponele, al toqe se les cae (y ni hablar si son de tez oscura, mas alevoso) a los pibes, no los justifico ni defiendo, pero en vez de caerle a los comerciantes qe le venden el alcohol. Al igual qe cuando un pibito anda drogon por ahi, en una de esa flasho robar y al toqe es el enemigo publico (insisto no los defiendo) y no se dice nada del transa qe le dio de comer. Siempre no qedamos con la consecuencia y NO LA CAUSA. Parece qe vivimos en el mundo de reves. Y si hace algo con respecto al tema de bengalas qe se haga algo bueno, qe no dure unos años y desp un par de años mas tarde pase lo mismo.

    Abrazo

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  13. Ricardo. Muchísimas gracias. Muy de acuerdo con tu aporte. Un abrazo.

    Residente: Ojalá se pueda ir modificando la tendencia que mencionás. Abrazo.

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