lunes, 27 de diciembre de 2010

DECISIONES, CAMINOS Y SENTENCIAS

"Y si usted es sincero, va a percibir la voz de estas fuerzas. Ellas lo arrastrarán, quizá, a ejecutar actos absurdos. No importa. Usted los realiza. ¿Que se quedará sangrando? ¡Y es claro! Todo cuesta en esta tierra".
Roberto Arlt

Ahora, cuando trato de mirar para adelante, creo que sólo quedan caminos. Más caminos. A veces, parece que la ruta está mojada, que los charcos son infinitos, pero es nada más que una ilusión óptica, una configuración mental. Un pinche espejismo de la imaginación, o algún hechizo de la magia, o de la ciencia y el progreso.

Mirando un poco hacia atrás, se torna difícil dimensionar la cantidad de calles caminadas, los boletos de tren, los sucuchos en los que nos metimos. Entre tanto, nos cruzábamos con gente que tenía el corazón del otro lado, que organizaba sueltas de palomas, mutiladas por ellos mismos.

Pero había que seguir como se pueda, montando castillos en el aire. Había que mesclar las témperas para hacer rendir los colores. Queríamos durar el momento. Evitar las encerradaciones con la soga al cuello (en el que nos enrroscábamos un pañuelito). Gritábamos, como locos, imperfectas a doce con treinta, aunque nos tocara el recreo al revés, en el patio equivocado.
¿Adónde fueron a parar todos esos caminos? ¿Adónde nos llevaron? Muchas veces, estuvimos haciéndolos a dedo, o con el viento en contra, corriendo de terminal en terminal. A veces, con la alegría en el bolsillo interno más pequeño. Oculta, junto a la cabeza y a los papeles de seda. Y a tantas palabras por decir.

Los cuadernos rojos rebalsaron ya de tinta urbana, de los demás, y de cerveza, sangría y caravanas a los tropezones. Común, el perro, nos acompañó fielmente durante un buen tramo (después vino el tiempito de la guirnalda, la guirlanda y todo eso). Ya habían quedado unos cuantos buenos recuerdos.

Lo que siempre nos costó un poco bastante fue la congratulación final. Por eso el último casillero del último trimestre del último boletín estaba lleno de numeritos rojos. No le dimos cabida y llenamos la jarra de fernet. Bailamos como changos y nos retiramos con paso de murga. Pero fue motivo suficiente para que nos pongan contra la pared y nos suban a cachiporrazos. ¿Qué quién manda acá? Usted señor, por supuesto (éramos tan pendejos...).

Un día estábamos en la piojera haciendo cualquiera. Otro día, la piojera nos sirvió para organizarnos un poco. Nos sentamos (casi) todos en la 46 y no entró una puta división a la escuela. Sólo reclamábamos que no nos pasaran falta por concurrir a La Marcha de Los Lápices (era el año '96 y se lo notaba fachistoide). Lindo quilombito, más que justo. Se acercaron de la radio y del diario para ver qué mierda pasaba. Después tratamos de ponernos un lindo jean y un rico perfumito, antes de ir a hacer las otras cosas.

Fuimos japoneses en los cumpleaños, en las peñas y las matinés. Fuimos los pibes del barrio, los pibes (a secas), los chicos, la banda, la yenchi. Fuimos Piedras Sucias, la glorieta, el bar de charly, Un Paraje Lejano, Prision Dior, La Plazita, el hipódromo. Fuimos rolingas, pankeques, cumbiavilleros, heavymetalúrgicos, mariconas hardcore, pelusa rastaman, pan y vino. En los picados éramos el Yagui Fernández, el pampa Biaggio, Tchamí, Mondragón, Prátola, la Bruja Berti, el Loco Dalla líbera.

El destino debe ser tan descarado que por eso se empecina en ocultar y disimular las trampas históricas de la carretera. Sucede que algunos caminos pueden elegirse y, en una de esas, nos permitan irlo modificando (al destino, digo), transformándolo en algo un poco mejor. Es conveniente hacerlo con el corazón. Queda mucho recorrido por delante. Mañana va a ser un gran día. Y ya es mañana.



miércoles, 22 de diciembre de 2010

TODO EN CONCURSO REAL


¿Se puede hablar de paz con la boca llena de odio? Las manos, movedizas, manchadas de sangre joven. ¿Recuerdos? Los peores.
Dice que le pregunten, que él les va a contar cómo se hace. No dice cómo (¿gatillería fácil?). No lo hace público. Justo él, que ya demostró tener una obstinada fascinación por "enseñar" cuántos pares son tres botas.

Cómo cuando "la crisis" provocó dos muertes (asesinatos) en el Puente. Es verdad: la realidad se puede tapar o se puede hacer tapa (recuerdos que mienten un poco). Siempre fue así. Probablemente por eso, la fecha de lanzamiento contenga estos aires de desdén y gran soberbia (continuando con la zaga de casualidades imposibles). ¿Qué estrategia tan miscerable puede tener tan pésimo gusto? Es sabido: boicotear y conspirar son sus grandes especialidades. Una especie de posgrado extracurricular con matriz en Estados Unidos.

La promesas de hoy refieren al orden (¿represivo?) contra los más débiles y de nuevos perdones para los señores genocidas. Casualmente (¿esta casualidad será posible?) a algunos de los peores de ellos, se los está juzgando y condenando (ahora) a prisión perpetua (varios casos) en CÁRCEL COMÚN, por delitos de lesa humanidad cometidos hace treintaitantos años. Trein-tai-tan-tos-a-ños.

Esta medida de justicia (aunque todavía no es completa) es saludada emotivamente por familiares de torturados y desaparecidos, por víctimas sobrevivientes y por gran parte del pueblo argentino que viene reclamando esto desde hace décadas. Poder escribir estas líneas es, a la vez, un alivio y un ejercicio pleno de la vida democrática, en el marco de una nación vanguardista en materia de Derechos Humanos, aunque todavía quede camino por delante en ese sentido.

Pero decía, la estrategia discursiva de pretender que todo ya fue, que ya pasó, que hay que hacer borrón y cuenta nueva (cómo alguna vez pasó) y tal y tal, sumada a la idea de accionar las fuerzas del orden contra el supuesto "caos anárquico" parece destinada a adjudicarse el sector más derecho entre las derechas, con miras a lo que viene el año próximo. Hacer del sector ultra recalcitrante su espacio político. Desde ese eje, se podrían ir sumando otras fuerzas, todo solapado bajo el signo del dichoso "consenso".

Por las declaraciones, piñas y nerviosismos (ni hablar del historial) de sus principales líderes, uno puede fácilmente inferir que, llegado el caso, intentarán darle un sablazo a distintos avances que nuestro país hizo en los últimos tiempos. ¿Serían posibles de consolidar, por ejemplo, Ley de Medios, Matrimonio Igualitario, Juicio y Castigo, Asignación Universal, Estatización y Movilidad Jubilatoria, etcétera? ¿Habría espacio para dar el debate por asuntos (aún pendientes) tales como Participación de los Empleados en las Ganancias de las Empresas, Reformulación del Sistema Tributario, Retenciones, Ley de Aborto, Reconocimiento de Tierras a Pueblos Originarios, etcétera?

DESDE EL ALMA

Estaba todo bien con Amarfu Lacatu. Compartimos ese pequeño segmento de la vida con la intensidad habitual. Después buscó un cuchillo en algún lado para cortar unas rodajas de salame que compartiría con los pibes, allá, en el fondo, tras el festival, entre las plantas de tomate que habían florecido en la huertita. Lindo laburo. Pensado a corazón. Tomamos algún vinito. Nos reímos, como siempre. Luego, el angelito partió. Se fue a brillar.

Alguien dijo que recordar las cosas que no pasaron es un poco hacerlas suceder. Por eso elegí recordarlo de este modo, toda vez que mi estupidez de aquella vez fue tan insolente que no pude percibirlo. Por eso me cuesta perdonarme haber fallado en aquel detalle. Muchas veces, o algunas, el destino no te brinda otra chance. De todas maneras, y en el fondo, se trató sólo de un detalle. De lo más importante ya se había encargado. Se había encargado de todo. Siempre compartiendo y convidando alegría. Pateando diagonales que nos aproximen. Con sinceridad y valentía. Con autenticidad y elegancia barrial. La vida había florecido ya (tan claro lo tenías). Ojalá nos encontremos en alguna parte del trip. Te extrañamos Santi.

lunes, 13 de diciembre de 2010

ULTRA RECALCITRANTE


Una de las grandes utopías, entre las utopías, consiste en imaginar que no existen, que no son. Aquí. Ya. En derredor. Pero siempre algún caballo se zafa de la ele y caen varios peones. Ha sido históricamente así. Se sigue para algún lado, de todos modos. Alguno de los caídos, si tiene alguito de “suerte”, será recordado por su nombre y apellido. Caso contrario, será uno de los tres o cuatro o los que sean. Se puede simplificar diciendo que murieron un par, como si nada. Las respuestas se buscan en la coyuntura de mierda. Una madeja de orquestaciones, fierros, y casualidades imposibles.

Esa línea de pensamiento se expresa, por ejemplo, en aquel genocida que, cuando le preguntaron cómo fue, contestó orgulloso –textualmente- que sólo había cometido “cuatro o cinco asesinatos”. Uno infiere que seguramente fueron muchos más, pero para él fueron cuatro o cinco, no se acuerda exactamente, le da lo mismo. Llamativamente, años después, al tipo hay gente que lo vota en elecciones democráticas. A su modo, es evidente que también ha dejado huella. Muy triste.

Y entre la coyuntura, esa bien de mierda, están siempre los mismos tomando postura. Tienen el pensamiento y el sentimiento del odio hecho carne y se enorgullecen de hacerlo voz. En los medios de comunicación, en la función pública o en cualquier puesto de trabajo, de diverso calibre. Todos recalcitran su egoísmo.

Los hay discretos. Estos profesan suavemente una modesta compasión por los que nada tienen y por la desigualdad social. Sin embargo, aluden a que “algo hay que hacer”. Prefieren que la desesperación se corra de sus ojos, no tener que verla ni palparla. Llegado el caso, construirán su noción del “otro” en el diferente. Inmigrante o migrante interno será adjetivado y señalado como culpable, de lo que fuera. La única coyuntura que analizarán es que hay “otros” que, descaradamente, ocupan su supuesta tierra suya. Saltan sólo ante un problema equis, y el gorilín que llevan dentro asoma una pata, un codo, algo.

Los hay también más ortodoxos. Siempre al pie del cañón, hacen del desprecio su forma. Porque directamente no soportan, no toleran. La asignación por hijo está bien, dicen, pero se la están dando a un montón de paraguayos y bolivianos. De ahí que esté mal. Como también está mal todo tipo de plan social y de vivienda para negros de mierda que no quieren laburar. Ergo, los acostumbraron así y por eso piden, cortan, queman una goma. Les parece que todos son iguales (inferiores, bárbaros, hijos de puta). Por eso no entienden como no los cagan bien a palos, o los barren con gases, bastones y alguna que otra bala de goma o de nueve. Al enano fascista gorila que llevan dentro, les gusta sacarlo a pasear para que se divierta. Cada vez que cae algún monchito, su pensamiento es ineludible: uno menos.

Y, por supuesto, los hay de los que no llevan el gorila dentro. Simplemente lo son. Vociferan, agitan con las garras. Tumban y buscan tumbar. No piensan, no sienten, no quieren. Solamente odian. Odian a los bolitas, los paraguas, los perucas, los brazucas, los negros, los zurditos, los peronchos, los cubanos, los latinos, los indios, los pobres, los chorros (pobres), los faloperos, los rockeros, los cumbieros, los murgueros, los judíos, los putos, las putas (pobres), los peones, los empleados, los albañiles, los barrenderos, los trapitos, los vendedores de flores, las Madres, las Abuelas, los Hijos, los Nietos, los locos, los enfermos, los artistas, y todos los etcéteras que faltan en estas torpes líneas. Y eso es lo que escriben en los diarios, lo que promueven como política pública, lo que dicen en la radio y en la tele, lo que le inculcan a su familia, lo que manifiestan en su importante puesto de laburo o en la cola del supermercado, que lo recibe con los brazos abiertos, con la mejor atención que un caníbal de su estilo merece, merced al intachable comportamiento de su tarjeta de crédito.

TANDIL

Querido Hack: gracias por este inigualable recuerdo audiovisual, que siempre guaradará nombres en nuestro corazón. “Gracias a Dios uno no cree en lo que oye”. Y gracias Tandil.

lunes, 6 de diciembre de 2010

SEXO, POLITICA Y RELOJ

"Nadie quiere ser parte de una ficción, y menos aún si esa ficción es real"
Paul Auster

Nunca estuve en pareja con una muñeca inflable. Pero si conozco a alguien que lo hizo, y me habló de eso hace un tiempo (tanto tiempo que cuanto más recuerdo todo, más gracia me causa). Describió así, la parodia del mundo, sin saberlo.

De esa manera, pude aprender que el núcleo de todo jueguito de pseudomundo tiene origen y base en la mirada, y en la mirada de la mirada. Él se dio cuenta, al compás del curso de la historieta, que a la mayor parte de la gente le encanta colgarse carteles y currículums, y adornarse con las balas del calibre más moderno. Lo demás casi siempre es pura coyuntura.

Ustedes no podrán creer el revuelo que se armó, y todo a causa de una bella (pongámosle) muñeca inflable: cuestiones protocolares, clasistas, científicas, ideológicas, morales, religiosas, jurídicas, chusméricas, filosóficas, ecológicas, humorísticas, intelectuales, estéticas, generacionales y económicas, entre otras yerbas, creyeron documentar los registros, las interpretaciones y las versiones de los hechos acontecidos.

Así las cosas, y ante casos como este, el mayor problema de los problemas (y seguramente alguien estará recordando viejas probleminas) deviene cuando uno, no me explico yo a santo de qué, se ceba. Así es como se alborotan las peores cuevas y los castillos más aristocráticos, cuando la peste rosa miente desde arriba y desde adentro, las estampitas son encanutadas, y el diario de hoy (futuro limpiavidrios o envoltorio de huevos) genera el fanatismo más imbécil.

Un par de eslabones por debajo, aparecemos nosotros, a quienes las muñecas inflables nos dan poca bola (sobre todo cuando les falta el aire) y que, vamos a decirlo, nos enamoramos difícil. Hemos dedicado mucho tiempo a tratar de ser reales y nos ejercitaron (no me acuerdo bien en qué facultad) más para devolver palabritas de revés que para fanfarronear con falsas hazañas de ghetos niuyorkinos, safaris africanos o lágrimas de porcelana fina.

Generalmente en esos casos, a uno le pican todo el cuerpo las insoportables hormigas, le da por vomitar todo el puto ruido del futuro, por surtirse desde un noveno piso prestado, por apuntar los tiros, etcétera. Y termina bastante quemado, tonteando por las escaleras de bajar, discutiendo sobre gustos e ideas polenta, entre la carcajada y el desencanto. Pega un portazo amable y, reocogiendo el viejo sombrero, se retira uno. Agradeciendo (ridículamente) encontrar la chance de transformar en tierno encanto la justeza de la ridiculez, ante una situación tan imposible como absurda.

Están también quienes buscan que algunas condecoraciones lleguen a la hora de garpar la cuenta. Espiones y espionas que aspiran a, por lo menos, salir hechos. A después poder decir que. A que después nadie pueda decir que no lo. A que durante no sería tanto como si. Le ponen un buen precio justo a todo, incorporando una base de mentiras automáticas. Y cada sensación se va traduciendo paulatina o bruscamente en valores numéricos. Y así funciona.

Lo inevitable, más allá de la poca razón que pueda yo tener, es que el tiempo siempre es un sistema imperfecto. Aquella bonita muñeca inflable, pareja altamente estable de aquel buen tipo, se rajó, tras catorce meses de amor agotador intenso. No olvidó llevarse la poca guita que quedaba en la casa. El tipo lloró poco y le fue restando importancia al asunto. Más tarde, relató la verdadera historia a su entorno de confianza. Ya sabía que lo que dirían la tele, los diarios y los demás (el chusmerío) era inevitable. Pero creyó (o eso fue lo que dijo) que algunas conjeturas que se hicieron sobre el funcionamiento del universo, en relación a aquel romance, eran demasiado, o eran muy poca cosa.