sábado, 30 de octubre de 2010

50 PARA EL 10



El siguiente es un fragmento del programa radial La Venganza Será Terrible (junio de 1994)



“Cuesta creer que muchos esperaban que Argentina se quede afuera del mundial africano para darse el gusto de enterrar al ídolo más grande que nos dio el fútbol, no sé a qué mecanismos responde una reacción tan miserable…”

Andrés Calamaro



Eligió ponerse siempre en el lugar más incómodo. Exponerse. Jugar cada bocha a todo o nada, siempre más con el corazón que con la cabeza. Lo que hizo dentro de las canchas no resiste análisis lógico ni terrícola. “Mi hermano es un marciano”, dijo Lalo cuando Pelusa era un adolescente de Villa Fiorito y empezaba a hacer flashear multitudes.

Insisto. El análisis deportivo no resiste comparación. Sólo genios de la talla de Víctor Hugo pueden estar a la altura para narrar una secuencia deportiva de semejante naturaleza, como cuándo la pelota cayó “como una lágrima” en el arco de La Bombonera en el debut, o cuando se convirtió en “Barrilete Cósmico” para siempre.

Fue un Dios en el sur napolitano y lo sigue siendo. Se equivocó y pagó. Fue señalado, crucificado, atacado y descalificado. Por su condición y por sus opiniones. Por su tozudez guerrera. Visitó las puertas de la muerte pero regresó para marchar hacia nuevas batallas.

Reivindicó la figura del Che, de Fidel, de Chávez, de Evo, la camiseta celeste y blanca en todas partes. Algunas veces no coincidí en sus opiniones. Cayó en contradicciones como todos los mortales. Sin embargo, admiré su coraje para blasfemar en contra de bu-bu-Bush, de Havelange, de Blatter, de la prensa hipócrita y de otros hijos de puta.

Podría haberse quedado piola, calladito la boca, sin ofender a nadie, y sólo ser recordado por la magia. Pero no sería él. Optó por la lucha contra la que se venga. Últimamente volvió a demostrar su grandeza, apoyando al Negro Cáceres, a las Abuelas, a Cristina y a los millones de latinoamericanos que lloran la reciente partida. Gracias Diego. Por dibujar. Por decir. Por estar. Por seguir adelante. Por intentarlo. Feliz Cumple una vez más.

viernes, 29 de octubre de 2010

BUEN DIA

Después de haber visto, presenciado y escuchado al pueblo, entre la tristeza y la fraternidad. La espontaneidad de la esperanza. La creatividad. La fuerza unida. La confianza y la solidaridad. El compromiso. La convicciòn y la conciencia. Puedo decirlo ya. Entre la melancolía que se esfuma lentamente, se convierte en la tranquilidad de un respaldo gigantesco y fluye para llegar a ser camino. Camino con corazón. De esos que le dan sentido a la vida. Entonces puedo saberlo ya. De alguna manera, puede que sea un gran día. Vi las caras una a una, entre miles. Y si. Esto recién está empezando. Buen día a todos los que acompañan y creen . Buen día.

No te encontraste, a la madrugada, con Lucas, que estaba con una cerveza y un choripán, pero bue.

Por Matìas M. Fernández
(publicado en el blog República Unida de la Soja)

Estimado Lucas,
Seguramente estes hasta las manos con gente que te contacta, con gente que quiere experarse y no tiene cómo, yo soy uno, y simplemente quería decir, si es posible a través tuyo que tal vez tengas como hacerlo, mis humildes pensamientos de tipo cualquiera que tiene sensaciones que no puede terminar de entender, y mucho menos de explicar.
Corría el año 2001, mi vieja había sido "ida" de su empleo con el famosísimo y nefasto retiro voluntario que tanto abundó en los '90 y mi viejo trabajaba en una importante cadena de supermercados y gracias a la ley de flexibilización laboral, lo rajaron y lo reemplazaron con una tercerizada para abaratar costos, al estar los dos sin trabajo, perdieron su departamentito de 2 ambientes que habían sacado con un crédito hipotecario con intereses usureros bien comunes en las entidades bancarias de aquella época, tuvieron que rematarlo a dos monedas, perdiendo toda la plata que habían puesto durante casi 10 años, a solo 2 de llegar a terminar de pagarlo.
Como consecuencia inevitable, tuvimos que sailr de emergencia y caer donde se pudiese, así que le caimos a mi abuela, una jubilada de 63 años que cobraba la mínima y había sufrido la famosa quita. Viuda, dado a que mi abuelo tenía un negocio de audio y video que tuvo que cerrar por la importación masiva y poco tiempo después le agarro Alzheimer (según los médicos por el bajón de haber perdido casi todo). Mientras tanto, mis padres intentaban en vano encontrar trabajo, ya que gracias a su edad (casi 40) no servian en el modelo vigente, ya eran "viejos", inútiles, gracias a eso, mi viejo se vió sumido en una paulatina escalada de crisis de nervios y depresión que trajo como consecuencia el mal de Parkinson, y mi vieja la remaba como podía. Yo, por ese entonces tenía 16 años, debido a todo lo anterior, tuve que salir a buscar trabajo, de lo que sea, cobrando lo que sea que me paguen, agachando la cabeza y tragándome mi dingidad, por que como bien es sabido, mientras más trabajo falte, el que lo ofrece cada vez aprieta mas la cadena, total, si te pudrís y renunciás, hay 50 más atras tuyo buscando laburo también, trabaje en una heladería, en una pizzería, en un restaurant haciendo delivery, y una cantidad casi infinita de etcéteras.
Por el año 2003, cumplí 18 años y me tocó votar por primera vez, opté por Kirchner ya que, como muchos, pese a desconocerlo, preferíamos cualquier cosa ante otro mandato Menemista, y por suerte, fui sorprendido para bien.
De a poco, empecé a ver que las cosas remontaban, la gente a mi alrededor empezaba a conseguir trabajo, mi abuela tenía por primera vez en mucho tiempo aumento en sus jubilaciones, mi mamá consiguió trabajo, y mi papá pese a su enfermedad pudo conseguir trabajo también, yo por mi parte, pude terminar de estudiar y continuar con mi carrera, hoy, apenas 7 años después soy un profesional formado en mi carrera, donde me respetan y me escuchan cuando abro la boca, donde tengo un trabajo estable y me pagan un salario digno.
Todo esto, hubiese sido imposible sin Néstor y sin Cristina, y ayer, cuando me enteré de la noticia, senti por primera vez la necesidad de manifestarme, ya que nunca lo había hecho antes, parte por verguenza y parte por simple pelotudez, simplemente apoyaba desde el silencio, y, a diferencia de lo que nos pintaron siempre, en la plaza del pueblo no encontre "negros de mierda" borrachos con vino y chori, sino jóvenes inteligentes, pensantes que eligieron manifestarse, familias de clase media con hijos, laburantes, jubilados, en fin, gente de todas las edades y clases sociales (excepto la alta, obvio) en paz, con tristeza pero por sobre todo, con un mensaje de esperanza y apoyo, de un pueblo que recuerda como nos fue, y que mira para adelante y quiere estar mejor.
Ojalá este mensaje pueda llegarle a todos los que sea posible, y sino, con que lo haya leído una sola persona (o sea vos) me es suficiente.
Muchisimas gracias.

miércoles, 27 de octubre de 2010

SEMILLAS


En las corpos mediáticas no pierden tiempo. Enseguida empiezan a conjeturar sobre el tablero político y las potenciales consecuencias futuras inmediatas. Entre la demagogia hipócrita e incareteable que escupen, hablan de conmoción y consternación. Dejan ver la rapiña con la que quieren sacar provecho. Casi no hacen referencia al dolor y al luto que atraviesan millones de argentinos y sudamericanos, circunscribiendo estas sensaciones al gobierno.

Sin embargo, en un par de horas, de minutos, de una nada de tiempo, ya se hicieron tiempo para análisis políticos y económicos superfluos. Vinculan la figura del tipo a un cuadro de poder y desde esa lógica explican su partida. Y si. El tipo tenía poder. El poder de enfrentarse a los grandes poderes, reivindicando la militancia y la convicción de las ideas.

En las corpos, decía, repasan su carrera política de manera sintética y superficial. Hablan de muerte anunciada. Y si. Es verdad. La anunciaron, la propiciaron y estimularon la posibilidad. Algo así como diciendo: “dejate de joder, quedate piola, a ver si todavía te vas para el otro lado”. Hoy se frotan las manos.

Entre tanto, vuelvo en bondi a casa, intentando descifrar las caras de la poca gente que anda. Veo algunos censistas caminando, ordenando los papeles mientras laburan. Noto que a algunos los reciben en la puerta, los hacen escribir sobre los pilares de las casas o como puedan. En fin.

En los blogs, los pibes están (estamos) tristes. Postean sensaciones sin filtro de redacción. Comentan, se mandan abrazos, fuerza, lloran, continúan adelante, aguantan, resisten, se comprometen. Recuerdan el cuadro del hijo de puta descolgado para siempre, la asunción antiprotocolar, el giro hacia un modelo de país diferente, el rechazo al ALCA de Bush en Mar del Plata, la consolidación de UNASUR. Y, sobre todo, agradecen su andar para todos los que recuperaron sueños perdidos. La alegría de la que hablaba Correa. La posibilidad de que florezcan las semillas plantadas entre tanto cemento.

lunes, 25 de octubre de 2010

MEMORIA AERODINÁMICA

"El mejor camino es el camino de vuelta, que es también el camino imposible"
Alejandro Dolina




Recuerdo verme corriendo con una dinamita en cada mano y el corazón en la boca, mirando de costado por la ventanilla de enfrente. Creyendo sin creer. Palpitando.

Recuerdo también (como algunos de ustedes) esa especie de molestia adrenalítica, erótica y venenosa. Fácilmente reconocible en nuestro preciado espejo interior, y en cada una de sus partes rotas. Es precisamente en esas trizas donde se vuelve detectable.

Recuerdo haber llorado en silencio y no haberme escuchado. Haber buscado la visión del tercer ojo, un adjetivo, y el ruido que hacían esas latas. Recuerdo también haber pedido muchas cosas: penales a favor, córners, tiros libres, besos, pases, cambio, justicia, piedad, alegría. Recuerdo haberme perdido en el medio de la plaza y haber plantado un durazno en el patio de una casa rematada.

Recuerdo así, como era el olor de las flores a la mañana, el agua fresca del río y el sol en la espalda y en la nuca. Recuerdo ver mi sombra saltar, el guardapolvo sucio y la pelota en el recreo. Recuerdo soñar nubes y guerras y rabia, y verme correr con una dinamita en cada mano y el corazón en la boca. Ahora puedo verme como era.

80 MINUTOS



Al entrar en la estación de Constitución, miro el cartel electrónico para ver como viene la mano. Son las 22:05 y el próximo a La Plata sale 23:25. 80 minutos. Larga espera, lo de siempre. Con la excepción de fumar, no hay mucho que hacer. Me acerco al buffet: cumbia villera y más espera. Ahora suena Walter Olmos, nicotina y alquitrán. La gente va y viene en diversas direcciones. Miles de caras se mueven. Siento una Voz interna que me hace una pregunta. Bien, le contesto (a secas), pero insiste con una segunda interrogación. Y sí, le digo, más o menos, qué sé yo.

Hay dos milicos de la federal; uno juguetea con la gorra. Un viejito tira un pucho y prende otro. La Voz me pega una sermoneada intensa y reflexiva. Dirige sus argumentos a lo más profundo de la trama. Me incomoda. Tiene razón.

Un pibito de unos diez años moquea y busca papas en un cono donde casi no quedan. Mi cabeza está llena de ratas y el tiempo no pasa. Por unos segundos se corta la música de Walter Olmos, pero enseguida vuelve: (“…métale corriente”). A todo esto, la Voz me sigue cagando a pedo y comienza a fastidiarme, tiene un tinte burlón (me está sacando la cabeza de lugar). Vuelve la cumbia villera. Me siento en el piso. Más tabaco. Falta un siglo para que salga el tren. Vuelve la Voz con una nueva pregunta. Más lejos, le respondo mientras fumo. Pero sigue preguntando. No, le digo con bronca. La Voz se ríe, y yo me pierdo.

Uno de los vigilantes está cantando la cumbia villera (“pibe cantina de qué te la das”). Me río. La Voz se descostilla. Miro la gente pasar y noto que a muchos la vida los maltrató bastante más que a mi. Pienso en eso y en…¡¡¡PAF, PAF, PAF!!!. La mano del bufetero golpea el mostrador sobre el que apoyo la espalda y el tipo me dice: “No te vas a quedar dormido papi, eh”. No pasa nada, le contesto. El milico está cantando la siguiente cumbia villera (no es conocida, intuyo que debe saberlas todas). La Voz me canta canciones para volarme la mente (ya ni escucho la cumbia). 22:37 anuncian que el tren a La Plata sale del andén 8, lo de siempre. Un señor muy gordo se apoya en el mostrador y pide un cervecín frío. Sigo fumando. La Voz me habla. No me rompas las pelotas, le digo. La Voz se ríe.

22:45. No soporto más la cumbia. Me paro y camino en dirección hacia el andén 8. Me acuerdo de Andrés y de Charly. Qué hijos de puta. Vuelve La Voz. No le contesto. Me siento en el andén. El ruido a silencio me mata. Un viejo de 70 mil años se clava una latita de cerveza (con bombilla). “Oie, oie, oie”, le dice un tipo a otro. La Voz me sigue atormentando con frases y canciones de todo tipo. En una de Los Caballeros, subo al tren. Falta media hora. Habla La Voz, dejando entrever sesgos de cierto optimismo. No me lo creo, y supongo que La Voz tampoco.

Cinco adolescentes suben a mi vagón (tres son chicas). Campana de largada: dos vendedores “pesi, sevená, cerveza”, ofrece uno; “panchos, panchos”, grita el otro, y alucino que me está tomando el pelo. El tren no arranca más. Los cinco pendejos hablan las mil boludeces del mundo pero me divierten bastante. La cadena de vendedores duró nada. La Voz no me habla y no pienso. Sale el tren e intento distraerme con el paisaje (urbano). Paso por varios lugares donde alguna vez estuve, o al menos les pasa muy cerquita y aparecen fugaces memorias instantáneas en mi cabeza: las canchas de Independiente, Racing y Arsenal (sentimientos), algunos rinconcitos del barrio de Quilmes (melancolía), la estación de Bernal (otro recuerdo).

Las ruedas del tren sacan chispas contra los rieles, regalando un efecto cósmico. Los cinco adolescentes se recontra cagan a cachetazos, todos meten mano y se ríen (ejecutan una espontánea obra teatral para el resto de los pasajeros del vagón). No sube un vendedor ni de pedo. El tren pasa por estaciones de distinto palo. En Plátanos bajan los cinco jóvenes y ¡¡PLAF!!, una de las pibas cae desparramada al suelo. Se ríe medio tren y media estación (la gente aplaude en sus hogares). El mundo está vivo. Ni noticias de La Voz.

Sigue el tren. Al rato me vuelvo a colgar. Se para un flaco (está con dos minas y un chabón) y pregunta de dónde viene el frío. Del alma, casi le contesto. Vuelve a sentarse. Las dos parejitas se abrazan y termina el asunto, pero el frío continúa. Otro empate de la vida. Tengo sueño. En el medio de la nada hay una estación (noto lo distinto que es el mundo de día y de noche). Cuando para en Villa Elisa, vuelve La Voz. Me hago el distraído. Un minuto después, le hago una pregunta y me contesta carcajeándose. Esbozo media sonrisa triste mientras largo el humo por la nariz. Me pongo a pensar en la hijaputez de esos tipos que orquestan planes macabros y se cagan en todo. En los momentos en que las palabras no alcanzan, y la vida es otra cosa. Me quedo pensando en eso. El tren está llegando a la nocturna estación de Ringuelet y me paro para bajar. La Voz me habla por última vez.

jueves, 21 de octubre de 2010

SIN PALABRAS

Sólo acompañar las condolencias, la tristeza y el pedido de justicia por lo acontecido ayer.

LEASE O NO

Libros, revistas, diarios, folletos, panfletos, canciones, publicidades, solicitudes de trabajo, boletos de tren, catálogos, manuales, señales de tránsito, parciales, finales, recetas, fixtures, grillas, marcas, huellas, precios, agendas, carteles, blogs, páginas web, programas televisivos, radiales, historias, relatos, comentarios, fotos, dibujos, mapas, horóscopos, testamentos, etc, etc, etc. La lista es infinitamente larga. Todo absolutamente en el mundo está producido para ser leído o, al menos, contempla la posibilidad de ser leído (léase atravesar procesos de producción de sentido para la comprensión y/o interpretación).
La lectura no se reduce a descifrar palabras o frases en un código determinado, sino que el objetivo y la importancia de esta son mucho más complejos y abarcativos. Para poder ejecutar una lectura profunda, es necesario poseer un conocimiento previo sobre la metodología lectora, y utilizar, como poco, algún mecanismo inductivo o deductivo para poder llevarla a cabo. Pongamos dos ejemplos sencillos a modo de ejemplo:
El reloj: Alguien que conoce el modo en que un reloj de agujas indica la hora (siempre y cuando funcione correctamente) observa que las dos más gruesas señalan el número 6. En consecuencia, sabrá que son las seis y media. Si no conoce la modalidad indicadora de este reloj, no sabrá la hora con exactitud, pero muy probablemente deducirá alguna cercanía con el horario de las seis. Por último, si no reconoce los números, no tendrá la menor idea de la hora. Esto también es lectura.
El idioma: Si alguien escucha o ve escrita una frase en un idioma desconocido por completo, no comprenderá nada. Si reconoce el significado de algunas de las palabras, podrá relacionarlas e interpretar medianamente el contenido de la frase.
Y es justamente de lo que se trata la lectura: de interpretar. La interpretación es el núcleo y el resultado de la lectura. La famosa “lectura entre líneas”. La íntima y compleja relación entre lo que se escribe y lo que se lee, lo que se mira y lo que se ve, lo que se trata de ocultar y lo que se logra descifrar, lo que se dice y lo que se entiende. Eso es la lectura, y es producida por el lector.
Escritores, poetas, periodistas, políticos , artistas y bloggeros (entre otros tantos) producen sus textos. Sus respectivas lecturas atraviesan el filtro, la interpretación y hasta la resignificación del lector. Ante la frase “las zapatillas estaban viejas”, uno puede visualizarlas blancas y otros negras (y también de otros colores).
La imaginación, la intuición, el conocimiento, el razonamiento, la ideología, el contexto y la historia de cada lector (entre otros factores) son piezas fundamentales para interpretar lo que se lee, y puede alterar la credibilidad del emisor. Muchas veces la realidad es difícil de comprender. La lectura nos brinda una mano enorme para aprovechar.

martes, 19 de octubre de 2010

EL SOTA DESCAFEINADO


Por Javier Hack

Un paso hacia acá, un paso hacia allá, las brisas que envuelven y explotan tu look de peinador como efectivos tsunamis tropicales. Y vos ahí patinando el burro, amagandole a la inercia, resistiéndote al cambio seguís sin caminar.
Caen soles y lunas de manera frenética desenfocando tu transcurso del tiempo, logrando fragmentar tu malogrado paso, coagulando la distancia que tan bien te sienta. Cada segundo te quita aun más la noción del oxígeno, fabricando embolias en tus miserias regenerativas.
No vas y ves, ves y no vas. El toc no hace eco en ninguna de las puertas que tu línea divisoria atribuyó como ley y promulgó. Nadie te oye, no intentes gritar escupiendo semillas secas que ya nadie siembra.
De tanto creer ser un naipe, clonaste en el espejo una sota y actuaste como tal, mezclándote entre los reyes y cabalgando hacia ningún lugar. Ya ni con señas te puedes comunicar, lo más heroico que lograrás será dirigirte al mazo y caer. Es en vano que luches, recuerda que a tus manos se les ha esfumado la voz intentando derribar puertas inútiles, han quedado mudas.
De aquí te observamos, el rock de éste lado del vidrio es más intenso, puro y adictivo. Aquí todos tenemos los mismos sacrificios, problemas y necesidades. El mismo círculo que una vez te supo contener hoy sigue girando, está renovado, está cambiado, pero se ha encaminado a control remoto automáticamente hacia una órbita difícil pero símil.
Aquí vamos y vemos, vemos y vamos. Tu figura hoy alimenta nuestros ideales, la procesión por dentro que no debemos seguir. Lo tuyo ya lo sabemos, lo nuestro consiste en comparar expresamente una cosa con otra, para dar idea viva y eficaz de una de ellas. El mundo de cristal que has creado se puede quebrar, allí los lazos no existen, allí la magia no evoluciona, sólo te hace flotar. Si te quedas sin direcciones de agenda y sacas boleto a nuestro destino, ¡cuidado! En ésta galaxia de panes rayados la gravedad es relativa, te puede destrozar en el intento mientras observas la caída y esperas el impacto. Aquí aprendimos muy bien el juego, las cartas ya están marcadas y en su lugar, acércate con precaución. Quizás ganes, o quizás te cortamos con menos diez..

sábado, 16 de octubre de 2010

SOBREPARENTESIS

Yo también pensé que me habían desfigurado, y que habían destrozado mis parlantes. Tenía escarcha en las orejas y punta en mi nariz de pinochito. Soñé que no soñaba ni sonaba. Oí el ruido del silencio. Me tiré de culo por el tobogán, y me caí de la escalera para arriba. Fui un piano por la cabeza, un tajo en el tiempo, un palazo policial. Un vaso de nada, un tiro gratis al aire, el payaso del mar. Fui la mismísima muerte bailando tregua por la calle, un centro a la olla, dos alas hasta las bolas. Quinientos puntos seguidos, un punto en el mundo. Fui pochoclo quemado, un caño en contra, un conchaelamadre. Una lluvia seca, una falta echada con ventichincue, una máquina de fallar. Fui un ángel hijo de puta, y un diablo tridimensional. Un trip de vuelta, un cosmos de vidrio, un vecino lejano. Fui un iluso, buscando aguja e hilo en un pajar, tratando de inventar la libertad, esa palabra que no me deja dormir

miércoles, 13 de octubre de 2010

Endemientras

"Si la libertad significa algo, es el derecho de decirle a los demás lo que no quieren oír"
George Orwell

Y entre tanto palo en la rueda, tanta goma pinchada, tanto aceitito en la pista y tanto chocolate derretido, surgen los caramelitos cautelares que pedalean la aplicación antimonopólica. Endemientras, seguimos esperando que se repartan o se rayen los panes. Esperando poder ver esos canales que gritan el resto del grito, esperando otra paleta de colores en el relato cultural. Nuevas voces para no tener que darle siempre la razón al trompa puteando bajito, pudiendo ya dejar tirado el paraguas que banca las toscas anunciadas de todos los días o, al menos, pudiendo contemplar la posibilidad de que esté saliendo el sol, a los tirones (entre el choco-rancio y el aceitito).
Y, en esa espera de repartija o de rayadura (multiplicadora de caminos posibles), andamos. Somos. Y notamos que las palabritas que intentan, sin éxito, surtir por la hipotenusa, terminan amarilleando en discursos hipócritas, tristes, podridos, pegajosos. Nosotros (endemientras) seguimos esperando ansiosamente, imaginando que podemos decir, gritar, escuchar, compartir, discutir, ver, mirar, creer, crecer…

lunes, 11 de octubre de 2010

UKJAMARAKI LURJAÑÄNI

Diversidad es una palabra maravillosa. Conlleva la posibilidad de reconocer, comprender y respetar culturas diferentes. Por un lado, rompe fuerte con la retrógrada idea de pensar el mundo de forma etnocéntrica, racista y discriminadora. Por el otro, deja lugar a la alternativa de poder ser, de poder circular y atravesar generaciones. Abre. Y permite el encuentro de mundos diferentes, multiplicando y enriqueciendo la trama de los caminos.

Pero la cuestión no puede quedar resuelta en un título o una linda frase. Implica una batalla de pensamiento, intensa y paulatina. La primera lucha es contra los prejuicios, de los que todos somos presa. De poco sirve rasgarse las vestiduras del antiimperialismo si esto no va de la mano de una acción que refuerce la valoración de lo diferente.

La cultura de los pueblos se compone de múltiples sentidos e infinitos elementos, los cuales pueden ser resignificados de muchas maneras. Mal podría uno atribuirse cerradamente el patrimonio popular como si este fuera un paquete fijo y delimitado, sin tomar en cuenta sus matices y las ramas de sus ramas. Y las semillas.

En la actualidad, el arco iris continúa señalando el camino de regreso a Guinea (África) para el pueblo de Haití. La divinidad de la Pachamama sigue siendo símbolo de la vida y la naturaleza para millones de personas en todo el continente. Su culto ha sido multiplicado y reproducido hasta nuestros días, en zonas geográficas de lo más diversas.

Muchas de las comunidades originarias de las tierras americanas fueron arrasadas por el exterminio millonario de hace cinco siglos. Sin embargo, algunas de ellas aún subsisten, como también sus lenguas, sus creencias religiosas, sus modos de organización, sus tipos de formación educativa, sus técnicas para el trato de la tierra y el cuidado del agua, sus distribuciones de la riqueza, sus composiciones artísticas, sus formas de vivir la vida. Por su parte, las plumas y las voces de la historia oficial se encargaron de omitirlo y ocultarlo, colaborando en la instalación del capitalismo etnocéntrico y monoteísta.

Por eso, a lo mejor sea un buen momento para potenciar nuestra capacidad de reconocimiento del otro, de sus derechos y su identidad. De los que habitaron las tierras americanas desde siempre. De los que fueron explotados y masacrados por doquier, pero igualmente resistieron y están aquí. Tal vez nos reconozcamos en buena parte de sus vidas y sus creaciones. Tal vez nos demos cuenta de que su sangre está en nuestras venas abiertas de hoy. Tal vez podamos sentir que aún en el siglo XXI su fe y su fuerza viven en muchos de nosotros.

LAS VENAS


Por Eduardo Galeano

EL ARCO IRIS ES LA RUTA DEL RETORNO A GUINEA

“Los dioses africanos continuaban vivos entre los esclavos de América como vivas continuaban, alimentadas por la nostalgia, las leyendas y los mitos de las patrias perdidas. Parece evidente que los negros expresaban así, en sus ceremonias, en sus danzas, en sus conjuros, la necesidad de afirmación de una identidad cultural que el cristianismo negaba. Pero también ha de haber influido el hecho de que la Iglesia estuviera materialmente asociada al sistema de explotación que sufrían. A comienzos del siglo XVIII, mientras en las islas inglesas los esclavos convictos de crímenes morían aplastados entre los tambores de los trapiches de azúcar y en las colonias francesas se los quemaba vivos o se los sometía al suplicio de la rueda, el jesuita Antonil formulaba dulces recomendaciones a los dueños de ingenios en Brasil, para evitar excesos semejantes: «A los administradores no se les debe consentir de ninguna manera dar puntapiés principalmente en la barriga de las mujeres que andan preñadas ni dar garrotazos a los esclavos, porque en la cólera no se miden los golpes y pueden herir en la cabeza a un esclavo eficiente, que vale mucho dinero, y perderlo». En Cuba, los mayorales descargaban sus látigos de cuero o cáñamo sobre las espaldas de las esclavas embarazadas que habían incurrido en falta, pero no sin antes acostarlas boca abajo, con el vientre en un hoyo, para no estropear la «pieza» nueva en gestación. Los sacerdotes, que recibían como diezmo el cinco por ciento de la producción de azúcar, daban su absolución cristiana: el mayoral castigaba como Jesucristo a los pecadores. El misionero apostólico Juan Perpiñá y Pibernat publicaba sus sermones a los negros: «!Pobrecitos! No os asustéis porque sean muchas las penalidades que tengáis que sufrir como esclavos. Esclavo puede ser vuestro cuerpo: pero libre tenéis el alma para volar un día a la feliz mansión de los escogidos».

Un jueves santo, el ronde de Casa Bayona decidió humillarse ante sus esclavos. Inflamado de fervor cristiano, lavó los pies a doce negros y los sentó a comer, con él, a su mesa. Fue la última cena propiamente dicha. Al día siguiente, los esclavos se sublevaron, y prendieron fuego al ingenio. Sus cabezas fueron clavadas sobre doce lanzas, en el centro del batey.

El dios de los parias no es siempre el mismo que el dios del sistema que los hace parias. Aunque la religión católica abarca, en la información oficial, el 94 por ciento de la población de Brasil, en la realidad la población negra conserva vivas sus tradiciones africanas y viva perpetúa su fe religiosa, a menudo camuflada tras las figuras sagradas del cristianismo. Los cultos de raíz africana encuentran amplia proyección entre los oprimidos -cualquiera que sea el color de su piel. Otro tanto ocurre en las Antillas. Las divinidades del vudú de Haití, el bembé de Cuba y la umbanda y la quimbanda de Brasil son más o menos las mismas, pese a la mayor o menor transfiguración que han sufrido, al nacionalizarse en tierras de América, los ritos y los dioses originales. En el Caribe y en Bahía se entonan los cánticos ceremoniales en nagó, yoruba, congo y otras lenguas africanas. En los suburbios de las grandes ciudades del sur de Brasil, en cambio, predomina la lengua portuguesa, pero han brotado de la costa del oeste de Africa las divinidades del bien y del mal que han atravesado los siglos para transformarse en los fantasmas vengadores de los marginados, la pobre gente humillada que clama en las favelas de Río de Janeiro: Fuerza bahiana, fuerza africana, fuerza divina, ven acá. Ven a ayudarnos”.

· Fragmento incluido en Las Venas Abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano, 1971.


sábado, 9 de octubre de 2010

SOMBRA

Fueron unas montañas estilo gótico. Al ratos las nubes se despejaron con la vida, mientras en el fondo, yo sabía (y eso me daba la calma y la paz) que había sembrado una planta de manzanas que brotó en el fondo de mi casa, o en algún rincón del mundo. O era una planta de duraznos la que planté. O era una duda. O ni siquiera fui yo. O todo sucedía en el fondo del río.
Ignoro el por qué de algunos acordeonados vacíos de palabras que a veces nos brotan. Dudo que sean naturales o forzados. Convexos o cóncavos. De miel o de limón. Sin embargo, la posibilidad (en el caso de existir) de que se efimeren para siempre aparece como una sombra dentro de algunos de nuestros munditos.

Ignoro también si alguna vez pude golpear la puerta de tu luna, y ayudarte a romper el tiempo y el lugar a carcajadas (como aquella vez pasó). En el peor de los casos, sólo existimos el uno en el otro para fingirnos. Pero también es verdad que se nos da por regalarnos algo.
Buscar tu real identidad en el piso de La Tierra es casi igual a revolcarnos en una gran caja de cartón. Imposible, como los únicos paraísos existentes. Remover el antipróspero pasado de nuestro absurdo imán sería como suicidarme en tus pies.
Espero alguna vez caer en tu “generoso” mundo, aunque sea paracaideando. Aunque me golpee, aunque apenas logre ser en vos una distracción o un espejismo dado vuelta, parecido a ese chiste que a alguien se le ocurrió una vez que debía llamarse vida. Y recordar las sabias palabras de la rana.

viernes, 8 de octubre de 2010

EL DIA PEOR


Ni siquiera se dio cuenta cuándo sucedió. Hubo un latir (sus botas daban fiel cuenta de eso). La mañana siguiente fue como las anteriores y como las otras. Las memorias de pasados y futuros transformaron al presente y a los presentes. Los ausentes tuvieron media falta eterna.
A la hora de compartir el pan y el vino no se notó tanto (mucho menos a la hora del vino, que no fue una sino varias). Sin embargo, las rejillas dejaron ver más.
A partir de allí las decepciones se multiplicaron al cubo, pero hubo risas impalpables que defendieron la vida de la vida. Se hicieron esfuerzos en todos los barrios y en todos los planetas. La prueba duraría veinte mil años y un día, aunque la mayoría no lo percibiría (debido a la debida automaticidad a la que se debían).
Los resultados serían mínimos, pero esto no les importaría ni a unos ni a otros. El tiempo ganaría por nocaut, aunque las revoluciones de los corazones estallarían en todas las lunas. Ni siquiera las palabras podrían aclarar el panorama.

Nadie supo jamás qué pasó. Cuenta la historia que los que habían podido sentir algo (de coraje o de autenticidad) se dedicaron a contar la historia, y que los envases visiblemente vacíos fueron destruidos por la salvaje maquinaria a la hora indicada. Quizá éstos merecerían una mejor suerte en la próxima vida (es decir, en la de otros). Quizá todo había sido una mentira, como el mañana y el destino.

Cuando soltó la lapicera y volvió a ponerse las botas, quiso romperse la cara contra el espejo por anteúltima vez. Pero decidió que mejor sería volver a intentar que crezca una flor en el cemento.

miércoles, 6 de octubre de 2010

UN BAZAR SIN TAMBOR

Lo que más cuesta es poder activarlo de la mejor manera. Pararla de pecho y salir jugando con un sombrerito a todo cuore.

¿Quién puede dar fe de estar haciéndolo bien? Pero en todas las formas, desde todos los paradigmas y a todo color. Algo así como advertir un segundo antes cada encuentro con lo esencial, pero sin abandonar aquel sentimiento tan primitivo y real que no se diluye por nada. ¿Qué clase de audacia creés haber adquirido para dominar cada marcha y contramarcha de la danza que hacemos fluir? Ni siquiera existe un lugar donde puedas guardar eso.

Una vez, en el rincón semioscuro de las tinieblas, pronuncié una palabra y se abrió un cofre. Tuve que repetirla a gritos para acreditar el suceso. ¿Podés verlo? No podrías hacer nada contra eso. También es cierto que me tocó en alguna oportunidad estar del otro lado de la tormenta, mirando tus películas, adivinando con qué calibre ejecutarías el próximo ataque.

Cierta mañana el río se agolpó en mi orilla, recolectando los recuerdos de una década. Trajo hasta mi la basura que alguna vez arrojé a escondidas y me devolvió los regalos perdidos. Allá vienen de vuelta, a paso firme ¿los escuchás?, son sólo parte de un latido. No quieren ser como esos caramelitos envueltos por dentro.

Lo que más cuesta, decía, es poder secuenciar la imaginación, que no es igual a correr 800 yardas disparando para cualquier costado. No me alcanza con tu formulita mágica de as de ases, ni con bailar la conga cada vez que arranca la matiné. Lo que queda es solamente una pincelada. Algunas pinceladas. Demasiado cerca y lejos a la vez.