jueves, 22 de septiembre de 2011

LA PATA CÍVICA

Después volvías con la boca floja y a los tirones. Boqueando. Formateabas tu sensibilidad en clave taliónica y disimulabas tu sed gatillera. Ahí andás añorando aquellos buenos tiempos pasados. Dónde no había nada que discutir. Donde a vos nunca te pasaba nada. Vos no te metías, claro.

Te calzaba bien esa cadena de bolsiqueo, a través de la cual podías quedarte con las migajas de algún pobre diablo. A tu manera, sembrabas. Se te hacía fácil levantarte con el lamparón a la misma hora. Sí, señor. No, señor. Claro, señor. Por algo habrá sido. Un poco más, un poco menos, daba lo mismo. Si te mofabas burlonamente del mundo de las letras, poco te costaría patinarle un toque a los números, siempre y cuando no alteren tus dividendos. 7.000, 9.000, o 30.000, casi lo mismo. Para vos era cuestión de detalles. Vos eras derecho y humano.

Con el tiempo, tus miserias te envalentonaron y pasaste de un palito en la intimidad al colaboracionismo concreto. A soplar, a rastrear, a pasar facturas personales. Solamente en tu más profunda inmundicia interior podrías explicar tu ser. Y todavía te carcome la posibilidad de que tu dios no te tenga reservada una parcela en su condominio divino.

Tu fantasía del borrón y cuenta nueva se desvanece. Muchos de tus reyes cumplen o esperan condena. Los líderes que hoy te representan se deshilachan en público, desvergonzados, en cadenas privadas de TV, también próximas a desmoronarse. Quién te dice, en una de esas la justicia es más potente que la venganza, aunque no tengas poder de imaginación.

Y sucede que hoy hay que discutir. Hay que quedar en evidencia, exponerse de alguna manera. Pasados, presentes y futuros. Todos y todas. No es lo tuyo, esto. Vos que supiste tragar con retardo algún sapito y tenerla tan clarita, es lógico que te encuentres tan nervioso. Es natural que camufles el odio en un bolsillo y ronronees el papel de víctima o la chanza del demonio versus demonio. Todavía quedan unos cuantos personajes de tu estirpe ocupando distintos espacios al sol. Pero todo se transforma. Vos lo sabés como nadie.

La paz que tanto añorás no es otra cosa que la violencia sangrienta que azotó a unos cuantos angelitos desencajados. Los bocados de crueldad que antes paladeabas hoy golpean en tu puerta. Y, como todo se transforma, no sea cosa que un mal día interrumpan alguno de tus brindis con una papeleta y unos ganchos. Y que hasta te carees con otros cerdos de tu jauría. Porque, aunque no quieras creerlo, este también es el más allá.

JOSE TEDESCO LA SIGUE GASTANDO

Once minutos de rock, descociendo la guitarra, junto a Fede Kempff y Tarantinos.