sábado, 2 de octubre de 2010

OTRA ESQUINA DEL PLANETA


“La sombra llega y no espera, se te centra, y no te deja opción"
Charly Garcìa

Yo también me levanté una mañana. Seguí la flecha y doblé la curva al revés. Fui el peor soviet de la Guerra Helada. Crucé la calle y colé a Troya en un caballo de carrera gigante. Ayudé a romper el muro, fui su parte más dura y me rebelé contra él. Me dispararon a la vuelta del Dakota y corrí a conquistar el África (América estaba imposible).
Aquella vez descansé en la antesala del infierno, y desperté bebiendo cerveza negra en el fondo del mar. Esa vuelta te amé menos. Al soltar la espada y el escudo, se me apagó la luz. Caminé a Luján y aparecí arrancando el pasto de tu casa sin que me veas. Me deslicé y dejé que mi dinamismo destruya todo sin piedad. Yo sabía algunas palabras que me causaban gracia (y me arrancaban esa carcajada interna tan cruel para el que no la percibe). Y me reí, me reí, me quemé y volé como un dardo. Cuando abrí los ojos no estabas, ni vos ni nadie. Ni yo.
Otra vez fui papel picado, fui una lágrima, atravesé la gama de los grises. Broté desde bajo la tierra, y la lluvia me hizo la vendetta para siempre. Tuve plata y bronce. El diablo me ignoró, el vino no. El fantasma del descenso se acostumbró a vivir a mi lado, un día me olvidó.
200 años más tarde volví a nacer. Escribí un libro y me puse perfume antes de salir. Tampoco sirvió de mucho (en realidad no sirvió de nada). Caí en la cuenta de que nunca había sido nadie (y siempre había sido nadie). Ni siquiera me reconfortaba recordar aquel milenio en que me tocó ser Dios.
Pero todo eso recién lo noto ahora, que soy un ladrillo que te mira desde la pared.

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