sábado, 2 de octubre de 2010

NO QUIEREN MAS LOLA

Se les acabó la stamina carioca para compartir, la cual fue reemplazada por un eterno mambo personal de quita y pon (desfasado con el entorno o, al menos, con la época del año y del continente). Empezaron a direccionarse por pistas angostas antes de que suene la campana de largada y en carreras donde el triunfo es (a todo trapo) el empate. Qué triste. Es evidente que en la tirada de reyes siempre hay alguien que sale rana. De todas maneras, no da para comprarse las acciones de las diferentes farsas (o, al menos, no todas).
También es cierto que no siempre merecemos el acceso a determinados escapes del infierno, pero en el fondo, es una situación que nos causa mucha gracia. Por eso es que no quemamos de fastidio el vagón de los hijos de puta.
Puede ser que sea sólo un momento de oscuras confusiones y casualidades (pero no debemos olvidar que el botón guardado sin ojal tampoco nos quedaba tan mal). Ojalá este efecto dominó de sucesos berretas sea interrumpido por algo un poco más verdadero que la discusión por el control remoto del ojo idiota. Ojalá la palabra sea libre y democrática. Ojalá pare la lluvia un día de estos.
Así las cosas, en la vereda de enfrente a la de enfrente, todavía sigue habiendo una atmósfera de vida en el aire (en el sentido más amplio) y algunas sensaciones que ameritan perdernos en la rueda mágica, caminar hasta la plaza, sentarnos a esperar que caiga alguna flor. Pararnos. Seguir caminando.

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Hicieron camino al andar